viernes, 15 de abril de 2011

Ruta de la Central del Chorro-Zaburdón. 10-4-2011






Llegada a la Central del

Chorro-Zaburdón.



El domingo día 10 de abril de 2011, hicimos la ruta de las Lagunas del Trampal, la Ceja, Arroyo Malillo, laguna del Duque. Los parajes por donde discurre esta ruta son de una belleza indescriptibles. Solo con la rudeza de su entorno queda uno maravillado observando cómo los hielos de hace 50.000 años, labraron los circos por donde discurre. Las imágenes que expondré a continuación, son del recorrido que hicimos hasta la cuerda de la Ceja, ya que desde aquí tres decidimos descender hacia la laguna del Duque por esta cuerda, el resto del grupo lo hizo por el Arroyo Malillo. Si alguien quiere ver las fotografías de este descenso por el mencionado arroyo, las podrá observar en la página del Club de Montaña Valcorchero. www.valcorchero.es. Yo como es habitual en mí, antes de pasar a la expoción de fotografías, hoy comentare algo sobre la laguna del Duque. La cual "Gracias a Dios" no es tan visitada como su hermana la Laguna Grande de Gredos, con lo que el entorno lo agradece. Y sin más dilación paso a ello con el articulo siguiente que encontre buceando por internet:


LA HIJA GRANDE DE LAS NIEVES


La laguna del Duque, también conocida como la laguna de la Solana, se encuentra en la vertiente oriental del pico Calvitero (2.401 metros), que otros llaman el Torreón, inmersa en las fragosidades graníticas de una sierra que los de Béjar dicen de Béjar; los de Candelario, de Candelario; los de Solana de Ávila, la Solana de Ávila; y los geógrafos, para que haya aún más variedad, macizo occidental de Gredos.

Esto de los nombres doblados, e incluso cuadruplicados, ya dijo Cela que "es un bien-que no un mal- de Gredos que, al principio, suele confundir al caminante. Sin embargo, más vale tener que desear" (Judíos, moros y cristianos, 1956). Además de poseer una variedad toponímica digna de Babel -explicable por hallarse en la linde de Ávila, Salamanca y Cáceres-, esta sierra es prolífica en charcas de origen glaciar, la mayor de las cuales, la del Duque, mide la friolera de 27 hectáreas -unos 50 campos de fútbol-, más del triple que la famosa laguna Grande de Gredos.

Ya puestos a comparar, resulta punto menos que increible que a orillas de esta última se concentre un millar de visitantes cada jornada estival, y que en la del Duque, hay días que uno no se tropieza con nadie. De modo que, aménn de las riquezas dichas y otras que se dirán, la laguna del Duque rebosa de soledad.

para gozar de ella, saldremos en coche de Solana de Ávila por la carretera que sube a La Zarza, y en un par de kilometros, nos desviaremos a la izquierda por otra señalizada con un letrero que reza: "Chorro-Zaburdón".

Tras rebasar una portilla metálica, conduciremos otros cuatro kilómetros para llegar a la central hidroeléctrica del Chorro, donde se aprovecha, desde 1925, el agua de la laguna, canalizada mediante una tubería aérea de un kilometro. Hoy esta fontanería se nos antoja una barbaridad, pero en aquella época, por 50.000 pesetas, que es lo que pagó Hidroeléctrica Navarra, muchas aldeas hubieran dejado entubar hasta el aire que respiraban.

También es verdad que sólo una mínima parte del agua de la laguna es canalizada, mientras que el grueso se despeña libremente formando, a espaldas de la central, unas tremendas, vistosísimas cascadas. Enfilando hacia éstas, ya a pie, rodearemos por la izquierda la hidroeléctrica y seguiremos el camino que culebrea junto a la tubería.

Mucha atención poque, después de pasar dos veces por debajo de ésta, como a 20 minutos del inicio, se presenta una bifurcación, marcada con un gran hito de piedras, en la que deberemos tirar a la izquierda, por la vieja senda del Ciriyuelo, para subir en cómodo zigzag por la ladera herbosa, evitando el despeñadero.

En una hora, nos plantaremos ante la inmensa charca, que no es azul, como la pintan en los mapas y la recuerdan los pastores, sino verde, y ello por un alga que ha proliferado desde que los pescadores, no contentos con las finas truchas que siempre criaba, la repoblaron con Leuciscus cephalus, vulgo cacho.

Tampoco es natural su gran volumen -dos hectómetros cúbicos-, sino el resultado de añadirle un murete de contención, pero lo cierto es que, ni el verde-costa-tropical la afea, ni en este sediento país estamos como para hacerle ascos a 2.000 millones de litros de líquido elemento.

Un nítido sendero nos permitirá rodear la laguna explorando a placer sus dos kilómetros de ribera, especialmente bella y bravía allí donde desemboca, procedente de la cima del Calvitero, el arroyo Malillo, entre cantos rodados y enormes bloques desgajados por los hielos que escavaron esta hoya hace 50.000 años. Una vez hecho lo cual, y antes de bajar por el mismo camino, deberemos sopesar dos alternativas: quedarnos a comer del macuto en algún verde ribazo, sin más compañía que las aguileñas, los satiriones y las dedaleras; o acercarnos en coche a El Barco de Ávila, lugar famoso por sus judías y sus chuletones. Así de bien se las debían de poner al duque de Béjar, el que dio nombre a la Laguna.
















Ajustándose los aperos.















Comenzamos la ruta.















Primera parada para aligerar ropa,

en el Tranco del Infiernillo.















Panorámica.















Cruzando la Garganta El Trampal.















Todavía nos queda que subir eso, para

llegar a la primera laguna del Trampal.















De nuevo cruzando la Garganta El Trampal.















Piedras y más piedras.















Por aquí no se camina mal del todo.















Pero esto era un pedregal.















Haciendo equilibrios en la roca.















Panorámica.















Otra vez vadeando.















Un descansito, antes de continuar con

la subida.















Por fin llegamos a la primera laguna

del Trampal.















Estaba helada, aunque en esta ocasión no

pudimos atravesarla por encima, puesto

que en las condiciones en que se encontraba

el hielo, no lo aconsejaba.















Estado del hielo de la Laguna.















Retomamos la ascensión hacia la

Cuerda de la Ceja.
















Subida hacia la cuerda, por la

Umbría de la Laguna.















Panorámica de la Cuerda de la Ceja.















Otra, de las lagunas del Trampal.















Los de cabeza.















Los de atrás.















El zigzag de la subida.















El Canchal de la Ceja.















Algunos aún quitándose los crampones.















Solo hombres.
















Ellas estaban en minoría.















Al fondo Canchal del Turmal.















En esta imagen de derecha a izquierda,

tenemos la Cumbre de Talamanca,

Portilla de Talamanca y el

Canchal del Turmal.















Laguna del Duque.















Que bien se divisaba desde aquí.















Al fondo desembocadura del arroyo

Malillo en la laguna.















Muro de contención de la

laguna del Duque.















Tubería del Chorro-Zaburdón.















Desnivel hasta la central.















Y después de un buen día de montaña,

no hay mejor cosa, que tomarse unas

tapas y beberse unas cervezas para

reponer fuerzas.