lunes, 8 de noviembre de 2010

Travesia del Tormal (Navalonguilla-Bohoyo - 7-11-2010)


Aquí estoy de nuevo con esta nueva ruta. Esta vez por Gredos y discurre entre los pueblos de Navalonguilla y Bohoyo en la provincia de Ávila. La ruta se denomina Travesía del Tormal. Se trata de una sencilla travesía, aunque en invierno hay que mantener las precauciones sobre todo en el descenso por la Hoya de los Gamellones. Los paisajes que podremos observar a lo largo del recorrido son maravillosos, pero todo depende del momento y la época en que la realicemos, en invierno encontraremos nieve y hielo, en primavera flores y verdes, en verano nos refrescaremos con las aguas de sus gargantas y arroyos y en otoño nos deleitaremos con toda la policromía de colores que cubren estos lugares. Esto último fue lo que vimos a lo largo del recorrido, el otoño en su pleno apogeo. Aunque nos quedamos con un pequeño mal sabor de boca, ya que no pudimos apreciar las maravillosas vistas que desde la cima del Tormal (2.103 mt.) se pueden ver, esto fue debido a que la niebla hizo acto de presencia en los lugares más emblemáticos del recorrido, como son la cima del Tormal y el descenso por la Hoya de los Gamellones. Pero aún así todavía pudimos tomar algunas bonitas imágenes, que después de estas letras les mostrare. Pero antes de exponer las fotografías les contare algo sobre los dos pueblos, que no solo viendo se aprende, sino también leyendo lo que nos cuentan.


NAVALONGUILLA.


Sin remontarnos a épocas demasiado prehistóricas, está documentada la existencia de pueblos como los vetones que asentados en castros del entorno aprovechaban los fértiles valles y sus aguas para los ganados en invierno y las tierras más altas para el verano.

Este tipo de vida comunitario de los primeros pobladores marcó el estilo de sus gentes. El habitante de Navalonguilla es apegado al trabajo y a su palabra, tenaz, austero, sobrio, sencillo, religioso, perdurando, hasta ahora, el exagerado amor a la patria chica.

Toman parte estas gentes en la defensa de estas tierras contra Asdrúbal, los que por su coraje y bizarría ya habían sido reclutados para acompañar a los cartagineses hasta Roma. Los romanos encuentran en este valle riqueza suficiente para montar un campamento fijo dentro de la provincia Lusitana, que atreves del puerto del Pico, de Tornavacas y de Sierra Llana, mantienen comunicación constante con Mérida, la capital. Aunque las montañas fueran baluarte, abrigo y muro de contención a las invasiones, muchos no se resistieron por su riqueza y atractivos.

En el año 409 los Alanos y después los Suevos intentan dominar de nuevo, los que encuentran la resistencia de sus gentes con el apoyo organizado de los Visigodos en el año 585. Los árabes en su conquista fulminante de la Península Ibérica se instalan en estos fértiles valles, organizando los cultivos de regadío con la construcción de un sistema de acequias para aprovechar el agua de sus gargantas hasta llegar a los rincones más insospechados. Es el primer pueblo de convivencia estable durante muchos años que contribuye a la mezcla de sangre, cultura, civilización y costumbres. En este periodo se construye el asentamiento definitivo. Se da el nombre actual de Navalonguilla al igual que cuantos llevan también el prefijo de "Nava" en su entorno, como Navalguijo.


Dependiendo del Reino de Toledo, cuando éste es reconquistado en 1.805, estos territorios pasan a integrar el Reino de Castilla (el Reino de Toledo fue el reino cristiano que se configuró institucionalmente a partir de la conquista de la Taifa de Toledo por Alfonso VI, uno de los episodios centrales de la Reconquista. Aunque la ciudad de Toledo fue tomada en 1.085, lo que permitió asegurar para el Reino de Castilla el territorio entre el río Duero y el río Tajo, las tierras más al sur fueron objeto de un prolongado enfrentamiento no exento de alternativas, que no se terminó de decantar a favor de los cristianos hasta la batalla de las Navas de Tolosa (1.212).) y así, cuando Alfonso VI fundó para su hija Doña Urraca el Señorío de Valdecorneja, Navalonguklla depende del castro del Barco, formando parte del sesmo llamado del Tormal que aportaba a la alhóndiga 711 fanegas y trescuartos de trigo, y 70 fanegas de centeno, con otras 79 fanegas y cuatro celemines de trigo de Navalguijo.

El Emperador Carlos V conocía bien estos parajes y hablando de la caza de la perdiz roja decía que aquí la caza era muy penosa al volar los bandos fácilmente de una a otra cuesta, salvando estos valles tan estrechos. Así mismo, las truchas de sus gargantas formaban parte del regalo más preciado que cualquier noble, incluido el Duque de Alba, podía enviarle a su retiro de Yuste.


EL MONASTERIO DE SAN LORENZO EN NAVALONGUILLA.


Como Carlos V había frecuentado estos lugares, habría comentado con pasión a su hijo Felipe II las bellezas de estos parajes. Vestían el paisaje frondosa vegetación de robles, castaños, pinos, nogales, chopos, alisos... Las canteras de granito estaban a flor de tierra. El agua cristalina para sus jardines la aseguraban las gargantas. La comarca tenía muchos y buenos artesanos. Se daban todos los ingredientes, y hay relatos que certifican que hubo sobradas intenciones:


El hijo de Carlos V,

el rey de toda España

con un nutrido cortejo

de abogados, arquitectos,

maestros de cantería,

carpinteros y artesanos...

Clérigos de monasterio,

y consejeros leales...,

recorrieron las solanas,

el monte de las Presillas

y el llano de la Guilera...

Buscaban emplazamiento

a las estancias reales...


Los bosques inagotables.

Con las rocas los sillares.

El agua para las fuentes.

Las tejas de los tejares...


Regresaron satisfechos.

En Tormellas lo escucharon.

Por Bohoyo aseveraban

que era el lugar adecuado.



BOHOYO.


El primer texto conocido que habla sobre Bohoyo data de 1.331. Por este escrito, un privilegio rodado de Alfonso XI, el monarca concede el Señorío de Valdecorneja a D. Alfonso de la Cerda, y hace una referencia a Bohoyo importantísima: excluye la aldea de Bohoyo del ámbito jurisdiccional de Valdecorneja, porque dice ya se había dado "para en sus días" a su fiel camarero Fernando Rodríguez Pecha.

Es posible que esta donación de esta tierra esté relacionada con la tarea de repoblación llevada a cabo tras el desalojo de los moros de estas sierras.

En el año 1.401, el Biznieto de Rodríguez Pecha, Iñigo López de Valdés, vendió el señorío de Bohoyo por cuatro mil ducados de oro del cuño de Aragón, a D. García Álvarez de Toledo, III Señor de Valdecorneja. Autorizó y confirmó la venta el Rey Enrique III, por un privilegio otorgado en abril de ese año.

Durante el siglo XIV sólo otros dos testimonios escritos recogen la existencia de Bohoyo: uno es el testamento de Dª Elvira Martínez de Segovia, esposa de Fernando Rodríguez Pecha, camarera de la reina, otorgado en 1.374. El otro es el Libro de la Montería, el tratado más antiguo que se conoce sobre el arte de cazar, cuya autoría se le atribuye al monarca Alfonso XI. Fue publicado en 1.344 y en él se afirma que "las Gargantiellas de las Cabezuelas, que están sobre Bohoyo, es un buen monte de osos en verano. La Vecediella, y el Avellanar es todo un monte, y es bueno de osos en verano", e incluso relaciona los itinerarios más adecuados para los ojeadores y los puestos que abrían de ocupar los cazadores.

en cuanto al siglo VX, el archivo municipal de Piedrahita conserva una copiosa documentación, parte referida a deslindes de términos y a los repartos de la fiscalidad real y señorial, cargada sobre el Señorío de Valdecorneja, en la que Bohoyo está presente, al igual que las restantes villas del Señorío. En este documento, Bohoyo aparece ya como villa.

En 1.488 murió D. García Álvarez de Toledo, I Duque de Alba, V Señor de Valdecorneja y Señor también de Bohoyo. Había fundado con sus estados cinco mayorazgos para cinco de sus hijos. En la partición de su herencia surgieron desavenencias entre el hijo primogénito, D. Fadrique, y el más joven, D. García, motivadas por la distinta interpretación que se hacía de las disposiciones testamentarias de su padre. El resultado de este conflicto familiar trajo, entre otras cosas, el nacimiento de los Señoríos de Bohoyo y de la Horcajada, independientes del de Valdecorneja. D. Fadrique se quedó con Valdecorneja y Bohoyo y la Horcajada pasaron a D. García.

Como señorío independiente, Bohoyo tuvo sucesivamente cuatro señores. El ultimo de ellos, D. Antonio de Toledo y Dávila, fue elevado a la dignidad de Marqués, I Marqués de Bohoyo, por concesión del monarca Felipe III. Murió en 1.631 sin dejar descendientes. Su muerte plantea un nuevo conflicto sucesorio. Aspiraban a sucederle en sus estados, Manuel de Porres Vozmediano y Toledo, sobrino carnal, hijo de su hermana Mariana de Córdoba y Toledo, y el Duque de Alba, Antonio Álvarez de Toledo y Beamont, hijo de un primo tercero.

Los mayorazgos de Bohoyo y La Horcajada habían sido creados como mayorazgos de agnación, de varonía, es decír, que sólo los varones estaban llamados a la sucesión, las mujeres estaban excluidas.

Tomando como base esta exigencia fundacional, la Real Chancinería de Valladolid, que entendió del asunto, sentenció en 1.636 en favor del Duque de Alba. De esta forma, tanto Bohoyo como La Horcajada perdieron la independencia que poseían y quedaron agregados al Señorio de Valdecorneja, bajo el gobierno del Duque de Alba.

La Duquesa de Alba, María Teresa del Pilar Cayetana, murió sin descendientes en el 1.802. El Ducado de Alba fue heredado, por el Duque de Berwick, hijo de un primo segundo. Valdecorneja, por ser de concesión de Enrique II, y haber sobrevenido una traslineación o quiebra en la línea resta de sucesión, revertió a la Corona, conforme establecía la legislación vigente. Así perdía la Casa de Alba su solar originario.

Con motivo de esta reversión, la autoridad real se apropió también de Bohoyo y de otras posesiones de la Duquesa, interpretando que, como Valdecorneja, era merced enriqueña. El Duque de Berwik y Alba se vio obligado a acudir a los tribunales en defensa de esas posesiones que el estado le había usurpado. La sentencia del Real y Suprmo Consejo de Hacienda de 1.816 reconoció que Bohoyo era independiente de Valdecorneja, adquirido por compra directa, no por merced de Enrique II y que, por tanto, no estaba sujeto a la reversión, por lo que tuvo que ser devuelto al Duque de Alba con los frutos y rentas que hubiera producido.

En 1.837 quedó suprimida definitivamente en España el régimen señorial y se estableció una organización territorial basada en la uniformidad administrativa, regida por un cuerpo de leyes de aplicación general a todo el territorio. Bohoyo dejó entonces de ser villa eximida con jurisdicción propia y quedó integrado en la jurisdicción del partido judicial de El Barco de Ávila.


Una vez terminado el relato sobre algo de la historia de estos dos pueblos, paso a exponer esta serie de fotografías tomadas a lo largo del recorrido. Espero que primero con la lectura y posteriormente con la observación de las imágenes, pasen un ratillo agradable y ameno.

















Preparándonos para la salida en el

pueblo de Navalonguilla.
















Pasando junto a la iglesia de Nuestra

Señora de la Asunción.
















Llegando al roble Gordo de

Navalonguilla, conocido también

con él sobrenombre del Roble

de Tío Colorao. Se le calcula que

puede tener cerca de 800 años.





















Otra panorámica del gran árbol.
















Una de las cruces del Viacrucis que se

encuentran en el camino desde la iglesia

hasta la ermita de Nuestra Señora

de los Leones.
















Ermita de Nuestra Señora de los Leones.
















Pico del Tormal.
















Caminando entre helechos.
















El terreno empieza a elevarse.
















Otra panorámica del Tormal.
















Repostando en la fuente conocida por el

nombre de la Fuente Parriba.
















Panorámica desde donde vemos el pueblo

de Navalonguilla y al fondo la Sierra de Béjar.
















En esta imagen podemos ver el pueblo de

Navalguijo, y al fondo el Corral del Diablo y,

el pico de la Covacha medio cubierto

de nubes.
















Alto en el camino.
















Esperando al resto del grupo.
















El Tormal y sus pedreras.
















Panoramica con Jorge en primer plano.
















Otra panorámica con Jorge.
















Mojón de la cumbre del Tormal.
















Debido a la nieblo, lo único que pudimos ver

desde la cumbre fue este hito.
















Manto de piornos.
















Ya te decía yo, que paraqué íbamos a subir

si no íbamos a ver nada.

Parece relatar Pedro.
















Por fin, nos libramos de la niebla.
















Pedro en el descenso por la Hoya de los

Gamellones.
















Ejemplar de Serval de los Cazadores.
















Aquí terminamos nuestra ruta en el Real de

Bohoyo. Poco más y nos corren a gorrazos,

por preguntar que si nos podíamos comer el

bocadillo que llevábamos dentro del recinto.
















Pedro y Jorge en uno de los rincones de

este establecimiento. Merece la pena

visitarlo.















Fachada del hotel.















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