miércoles, 22 de junio de 2011

Ruta al Tremedal - 19-06-2011


 Llegada a Puerto de Castilla.
Este vendía cupones.

El día 19 de junio de 2011, el club de Montaña Valcorchero, realizo la ruta que va desde el pueblo de Puerto de Castilla al pueblo del Tremedal, ambos pertenecientes a la provincia de Ávila. Dicha ruta tenía como objetivo una comida de hermandad entre los participantes del evento, esta se hizo en el pueblo del Tremedal. Cosa que se está tomando por habitual en los últimos años, debido esto a que uno de los miembros del club es del pueblo del Tremedal y ha tomado como costumbre el que realicemos este recorrido, para que al final de él, celebrar la ya populosa comida en el Tremedal. Así que Juan Félix el año que viene comemos de nuevo en el Tremedal. Por lo tanto ya puedes ir preparando el itinerario del próximo recorrido.
Yo por mi parte y como es de rigor en mí, antes de pasar a presentar las imágenes que fui tomando a lo largo del recorrido, les relatare una leyenda de estos lares. En este caso dicha leyenda esta recopilada en el pueblo de Puerto de Castilla, y cuenta lo siguiente:

EL GALLITO DE LA TÍA ROSENDA

"Al párroco, don Buenaventura, así como a otros vecinos del Puerto de Castilla les extrañó, aquel casi amanecer, escuchar por unos momentos y sin venir a cuento, el sonido de las campanas de la iglesia: un sonar confuso que no tocaba a nada. Pero como sólo duró un par de minutos, cada cual pensó que eran cosas de Zósimo, a la sazón sacristán "ad vitam" de la parroquia.
Pero cuando don Buenaventura escuchó las voces nerviosas de Zósimo y las no menos nerviosas de su sobrina a la puerta de la casa, comprendió que algo excepcional sucedía, así es que se puso la sotana, se la abrochó lenta y torpemente y salió al zaguán aún a medio despertar.
Zósimo juraba que él no había tocado las campanas y que nadie podía haberlo hecho porque sólo él tenía las llaves de la puerta de la torre. Don Buenaventura le miró socarrón y prefirió no decir nada.
Todo habría quedado como una simple anécdota sin interés sino es que el anómalo repiqueteo de las campanas se reprodujo, en momentos diferentes e inesperados, durante todo el día y en días sucesivos: sólo parecía responder a alguna lógica el hecho de que el primer toque que se oía se producía a la llegada del amanecer.
Al tercer día, un vecino descubrió que el sonido de las campanas coincidía cada vez con el canto del gallito de la tía Rosenda, y que cuando dejaba de cantar, callaban las campanas.
Todo fueron habladurías y conjeturas en el Puerto durante aquellos días. El mismo don Buenaventura trocó su socarronería habitual en preocupado gesto, y a sugerencia de las beatas de turno, añadió el rosario habitual de la hora del Ángelus, un padre nuestro con inconfesada vocación de exorcismo. Pero el desconcierto y aún el temor invadieron a los vecinos del Puerto y a muchos otros de los pueblos de alrededor, que acudían a comprobar el esotérico fenómeno.
Pero había ya pasado una semana y era el día de Santiago, cuando unos mozos bien entonados por el vino de Tornavacas y un tanto temerarios, decidieron robar el gallito a la tía Rosenda y comérsele en pepitoria.
El robo se hizo sin dificultad, pero comerse el gallo fue harina de otro costal, nadie tenía el valor suficiente, y sólo Chago "Calveras" fue capaz de hacerlo, y eso sí, con todas las de la ley y sin dejar pluma.
Al día siguiente todo el pueblo lo supo y no fueron pocos los que dijeron: ¡sacrilegio! Pero las campanas dejaron de sonar y las interpretaciones y habladurías se disolvieron en el laborioso tiempo de la vida cotidiana. Todos, incluidos la tía Rosenda, don Buenaventura y Zósimo, parecieron olvidar y sentirse reconfortados.
Sin embargo, Chago "Calveras" no pudo olvidar su insólito festín, y en su cabeza, y quizás en su estómago, desde el amanecer y luego en horas irregulares durante el día, el quiquiriquí del gallito de la tía Rosenda y las campanas de la torre sonaron al unísono como una pesadilla durante toda su vida."

y ahora sin más dilación allá les van las fotos.

Comenzamos a caminar entre
una densa vegetación.


 En fila de a uno.

Panorámica.

Castaños centenarios.

Fue una gozada transitar entre estos árboles.

En esta imagen solo faltan
Frodo Bolsón y sus amigos.

Llegando al pueblo de Santiago de Aravalle.

Iglesia de Santiago de Aravalle.

Cruzando la garganta de Solana.

Siempre hay un buen samaritano.

En cuanto el terreno se empina, la
fila se destroza.

Panorámica del bosque de robles, del cual
sobresalen los picos del Juraco, Covacha,
Alto de la Campana...

Alto para reagruparnos.

Tomando una cerveza en el pueblo de
la Zarza.

La Zarza vista desde la subida a la Serenita,
para los foráneos de este pueblo
"La Sierra de la Zarza"

De nuevo reagrupándonos.

Panorámica de la Ceja a la derecha de la
imagen, y de la portilla de Talamanca a
la izquierda.

En esta otra, podemos observar: el circo de las
Lagunas del Trampal a la derecha, y del arroyo
Malillo a la izquierda, con la laguna del
Duque al final de este.

El señor Agus.

De uno en uno, pero van llegando.

Reagrupación en la Serenita (1752 m altitud).

Vista del circo de la Covacha del Losar, por
donde discurre la garganta de la Vega, y se
encuentran las lagunas: del Barco y
laguna Cuadrada.

Arroyo de la Garganta del Endrinal.

Roca conocido por el nombre del "Oso Yogui".

Después de la comida una buena siesta.

Otro que duerme.

Y otro.

Otros sin embargo, trataban de mosquear
debajo de los árboles.

¡Buen royito! ¡Si señor!

Y así, hasta las siete y media de la tarde,
hora en que montamos de nuevo en el autobús,
para regresar a Plasencia.

Foto del Grupo.

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