viernes, 20 de mayo de 2011

Castañar del Duque. (Aldeanueva del Camino-Castaño "De los de la Sierra"-Gargantilla-Aldeanueva) - 15-5-2011

Gargantilla.

El Valle del Ambroz es un valle ubicado al sur del Sistema Centra, limita con las comarcas de Tierras de Granadilla, el Valle del Jerte y la provincia de Salamanca. Lo cruza el Río Ambroz y la Vía de la Plata de norte a sur. Esta comarca del norte de Extremadura es una de las más bellas de la región Extremeña, en ella crecen impenetrables bosques de robles y castaños, en las faldas de las montañas que circundan el valle, y majestuosas dehesas de encinas y alcornoques donde se abre el valle. Lo componen 8 pueblos que son los que están ubicados dentro de la mancomunidad del Valle del Ambroz, aunque en la realidad orográfica del valle hay otros 8 pueblos más, que sumados a los anteriores el valle discurre por los términos de 16 pueblos. Pero estos devenires políticos de demarcaciones y mancomunidades no nos vienen al caso en esta ocasión, puesto que lo que quiero ahora mismo. Es hacerles participes a través de las imágenes que más adelante les expondré, de la extraordinaria naturaleza que alberga el Valle del Ambroz, la cual no entiende de limitaciones de mancomunidades ni zarandajas.

El día 15 de mayo de 2011, hicimos un pequeño recorrido por los castañares de Aldeanueva del Camino y Gargantilla; Jorge, Miguel y un servidor. Recorriendo la ruta que sube desde Aldeanueva del Camino, al Castaño "de los de la Sierra", se le conoce con este nombre porque en los alrededores de este, se criaron unos vecinos de Aldeanueva del Camino. Según cuentan los que lo conocieron estos muchachos andaban igual de salvajes que las tribus que habitan las selvas, corrían descalzos por encima de los erizos de las castañas, como si fueran calzados con las mejores botas del mercado de aquella época. Desde este punto, regresamos por el mismo sendero que habíamos llevado hasta el "Castaño de los de la Sierra", y al llegar al paraje donde se encuentra la Caseta del Guarda, cogimos el camino que nos llevaría al pueblo de Gargantilla, desde el que descenderíamos por el camino conocido como el de las Chorreras hasta Aldeanueva del Camino. Dando de esta forma por terminado nuestro recorrido.

En esta ocasión les relatare antes de la exposición de las fotografías que tome durante el trayecto, (que por cierto después de haber montado las imágenes, me di cuenta de que están invertidas en el orden comenzando por el final y terminando en el principio, por lo que les pido que me disculpen), una historia que no es muy vieja en el tiempo, ya que ocurrió en el pasado siglo XX allá por los años cuarenta. Dicha historia cuenta los hechos de la aparición de un alma en pena, a la que en su día fue novia del difunto. Esta historia, fue famosa en la época de la posguerra en Aldeanueva del camino, pasando posteriormente a ser contada por otras generaciones posteriores como es la mía, que solíamos contarla en corro al amparo de la noche, con otras historias de miedos. Esta historia lleva por título "El Duende de la Tía Columbiana", y relata lo siguiente:


"El Duende de la Tía Columbiana"


 Era la Columbiana, una mujer que procedía del vecino pueblo de Segura de Toro, y que al casarse con un vecino de Aldeanueva del Camino, se había afincado en este pueblo. Pero antes de casarse, fue novia de otro hombre, también vecino de Aldeanueva. Por diferentes motivos o razones este noviazgo no llego a mayores, casándose posteriormente con el otro. El primer novio que tuvo, se marchó del pueblo a la comarca de la Vera, donde se caso y estuvo viviendo, pero quiso la vida que el hombre un día enfermara gravemente. Enterada la Columbiana de la enfermedad de este, prometió mandar decir una misa en la ermita del Cristo de Hervás, para que este Cristo intercediera por su salud, y sanase. Pero dicha promesa no la cumplió. La salud del hombre empeoro y al final murió joven.
Al poco tiempo de la muerte de este, en el pueblo de Aldeanueva del Camino, se empezó a correr la voz de que un duende o alma en pena, se le aparecía a la Columbiana. Según esta todo comenzaba con el ruido de cadenas arrastradas, para posteriormente aparecérsele el alma en pena del antiguo novio, que la demandaba que cumpliera la promesa que había hecho cuando él estaba enfermo. Todo esto empezó a calar hondo en el pueblo, sobre todo en los zagalillos del pueblo, que desde que salían de la escuela por la tarde, acudían en tropel hasta la casa de las apariciones, que era donde vivía con su marido  la Columbiana, para curiosear y haber si podían oír el ruido de las cadenas, cosa que más de uno: llego a decir que las había oído. Pero toda esta chiquillería nada más empezar a oscurecer, desaparecían de por allí, por miedo a que el alma en pena pudiera llevarse alguno de ellos.
Todas las noches la Columbiana al oír y ver el alma en pena de sus antiguo novio, comenzaba, con los sainetes con que agasajaba a todo el vecindario del barrio donde vivía. Repetía una y otravez que este le hablaba y que la pedía que le dijese una misa en la ermita del Cristo de Hervás. A lo que su marido le respondía: que lo único que tenía que hacer, era quitarse las muchas tonterías que tenía metidas en la cabeza.
Pero el tiempo pasaba, y el alma en pena del antiguo novio, seguía visitándola noche tras noche, con los ruidos corresppondientes del arrastre de las cadenas, y siempre pidiéndola que cumpliera lo prometido.
Al cabo de casi cinco meses de apariciones, por fin la Columbiana subió a Hervás a decirle la misa en la ermita del Cristo, acompañada por una hermana y una cuñada del difunto. El alama de este, estuvo agarrada a la mano de la Columbiana durante todo el tiempo que duro la homilía y al concluir esta, la Columbiana dio un grito y se demayo.
Nunca más se le volvió a aparecer el alma del antiguo novio, al que le había prometido la misa para su recuperación. Pero si quedo para las generaciones siguientes, el recuerdo de la historia del "Duende de la Tía Columbiana" nombre por el que se conoce el hecho acaecido en aquella época en el pueblo de Aldeanueva del Camino.


Panorámica del pico de la Bitrera.


Cogiendo unas cerezas.

Otra de Aldeanueva.

Paórámica del Valle del Ambroz, con el
embalse de Gabriel y Galán al fondo.

Aldeanueva del Camino.

Observando el Valle del Ambroz, que se
extiende con sus dehesas.

Otra del mismo.

Panorámica del pantano de
Baños de Montemayor.

Más bosque.

Caminando hacia Gargantilla.

Otra del Cauce.

Cauce de la garganta Andrés.

Repetida.

Puente que se construyo recientemente,
para cruzar la garganta Andrés.

El camino entre castaños.

En algunos sitios, te cubrían los helechos.

Sentados bajo el tronco del gran árbol.

El sol, apenas penetra entre el tupido bosque.

El viejo camino que sube al castaño.

Todavía sirve de refugio, aunque este
en mal estado.

La vieja caseta del guarda.

Comenzamos a penetrar en el tupido bosque.

Algunos cerezos.

Otra del par de pollos, con el castañar al fondo.

Otra panorámica.

Panorámica.

Vacas paciendo.

Jorge y Miguel.

Los bosques a donde nos dirigíamos.

Buena mañana para caminar.

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